Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias

 Número 46

Noviembre 2006  

 

 

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de Enfermería

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Editorial

 

" TANGIBILIDAD " DEL PROCESO ENFERMERO

     Años después del inicio de la implantación de la metodología científica de cuidados enfermeros en nuestro país, el resultado muestra una progresión lenta y dificultosa. A pesar de existir líneas de trabajo muy alentadoras e ilusionantes, la realidad muestra la presencia de gran cantidad de dificultades que obstaculizan un desarrollo pleno y más dinámico del proceso enfermero en la actividad diaria profesional.

     Una de las barreras es la dificultad de asimilación del proceso en sí. Partiendo de una base tan teórica (de hecho el modelo de cuidados expresa en su definición una abstracción de la realidad) resulta difícil plasmar en la práctica diaria esta metodología científica.

     Es cierto que, antes esta potencial dificultad de asimilación, la opción más directa y efectiva debería ser la adquisición del conocimiento a través de la formación y reciclaje profesional. La experiencia nos muestra que, a pesar de proporcionar esta formación, no se superan los obstáculos totalmente, ya que la propia formación está dotada de contenidos excesivamente conceptuales y teóricos, hecho este que perjudica la aplicación a la práctica diaria de la sistemática aprendida.

     Es inevitable dotarnos de conocimientos teóricos para alcanzar una práctica científica de cuidados eficaz y eficiente, pero no podemos cometer el error de perdernos en inferencias intelectuales del cuidar que no tenga un paralelismo en la práctica diaria.

     Es nuestra obligación mostrar una teoría cercana a la práctica, tangible en el día a día de los cuidados. Si conseguimos ofrecer, al menos al inicio de la formación en proceso enfermero, una visión práctica del método, de aplicación potencial evidente al trabajo diario, podremos captar la atención de los profesionales, quienes se autoconvencerán de la necesidad de aplicación de la sistemática científica y las ventajas de la misma.

     La pregunta surge al instante. ¿Cómo ofrecer una formación inicial en proceso enfermero que sea atractiva, que muestre una “tangibilidad” tal que no cuestione su puesta en práctica en el trabajo diario?

     Los modelos conceptuales de enfermería son imprescindibles, como base, para la puesta en marcha del método, pero son una abstracción de la realidad.

     La primera fase del proceso enfermero, la valoración, es la única que no se encuentra normalizada, entendiendo como tal, que no usa una herramienta estandarizada para su aplicación, si bien es cierto que se basa en el modelo de cuidados escogido, no obstante, implica dificultad, pues, como ya hemos dicho, el modelo se abstrae de la realidad.

     La fase dos, diagnóstico, sí está normalizada, a través de la Taxonomía II de la NANDA. A pesar de ello existen diagnósticos de esta nomenclatura de difícil compresión, de difícil tangibilidad.

     La fase de la planificación, tercera, identifica los objetivos y plan de trabajo. Principalmente utilizando la NOC, como lenguaje estandarizado. Sin embargo, la NOC, es la taxonomía más “joven” de todas las herramientas científicas de las que disponemos para aplicar el método, hecho este que implica una inmadurez e  inestabilidad que todavía necesitan un “rodaje” científico mayor. Si bien es cierto que, posiblemente, sea la taxonomía que mayor potencial encierra, pues repercute sobre las fases de valoración, planificación y evaluación. Se trata de una taxonomía que muestra, en muchas ocasiones una subjetividad, todavía, manifiesta, que requiere de mayor tangibilidad.

     Es posible que la fase de la intervención sea la que menos dificultades ofrece para su identificación. Puede que no sepamos por qué intervenimos de una manera determinada en la aplicación de cuidados, puede que no lo hagamos de manera estructurada y sistematizada, ... pero lo que sí tenemos claro es que intervenimos, empleamos la mayor parte de nuestro tiempo en desempeñar intervenciones de enfermería.

     Todas estas intervenciones están descritas en la taxonomía NIC, no somos conscientes de ello, pero las hacemos. Escuchamos a los pacientes (NIC escucha activa), les cogemos de la mano (NIC contacto), permanecemos a su lado como muestra de apoyo (NIC presencia), realizamos técnicas clínicas (NIC punción venosa, sondaje nasogástrico, intubación y estabilización de vías aéreas, etc ...) y un largo etc. Identificamos perfectamente todas estas intervenciones y asumimos que forman parte imprescindible de nuestro trabajo diario. Con ello alcanzamos la tan ansiada “tangibilidad” del proceso enfermero.

     Sólo nos falta entonces tomar conciencia de que debemos desempeñar estas intervenciones con una visión científica, con un modelo estructurado y de forma sistemática. Una vez que, dentro del método, sabemos lo que hacemos preguntémonos por qué lo hacemos. Cogemos de la mano al paciente como muestra de apoyo porque tiene miedo (diagnóstico NANDA Temor), escuchamos a los pacientes para ayudarles a expresar sus emociones y así se adapten mejor a su estado de salud (diagnósticos NANDA Ansiedad, Afrontamiento inefectivo, Cansancio en el rol del cuidador, desesperanza, ... ), enseñamos y educamos a los pacientes en materia de cuidados porque no tienen conocimientos suficientes en materia de autocuidados (diagnóstico NANDA Conocimientos deficientes)... y podríamos enumerar infinidad de ejemplos más.

     Es posible que pueda parecer excesivamente aventurado tratar de explicar el proceso enfermero empezando por una de las últimas etapas, pero tal vez sea una eficaz manera de captar la atención ofreciendo para ello una “tangibilidad” mayor. En cualquier caso, más vale un fracaso que no haberlo intentado. 

SEEUE          

    

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