SEGUNDA ÉPOCA
Nº 1 Septiembre y Octubre de 2008

Editorial

Toda época histórica suele alcanzar sus justas dimensiones, cuando en el devenir de los tiempos, los analistas sociales establecen los elementos a los que tuvieron que enfrentarse sus coetáneos y la forma en la que se enfrentaron a los retos que se les plantearon.
A tenor de esta reflexión y en el campo de la profesión enfermera, no nos cabe la menor duda que en el devenir de las próximas décadas, cuando se analicen los retos a las que tuvimos que enfrentarnos los profesionales del último cuarto del Siglo XX; se valorará con verdadera admiración, la capacidad y el esfuerzo que fue preciso realizar para adaptarnos al numeroso y complejo proceso de transformación social, cultural, científica y tecnológica que nos ha correspondido introyectar en nuestras vidas y en nuestros esquemas profesionales.

La constatación de esta realidad solo nos puede llevar a la conclusión de que todo ello solo ha sido posible merced a la existencia de una permanente actitud de compromiso, de esfuerzos, de mentalidad abierta al cambio y, especialmente, a la capacidad de explorar las nuevas opciones que el desarrollo científico, el desarrollo tecnológico y la evolución social, nos han ofrecido.

editorialEstas actitudes, lejos de considerarlas generadas desde perspectivas coyunturales o fortuitas, debemos percibirlas como el fruto de la constatación del conjunto de necesidades, ético-morales, jurídico-legales, y desde las perspectivas de la buena praxis profesional, que los enfermeros y enfermeras de esta época sin parangón en la historia, hemos generado.

A poco que realicemos un somero análisis de las circunstancias que en la actualidad concurren en el ámbito de las profesiones sanitarias y, para nuestro concreto análisis, de la profesión enfermera. Podemos percibir como nos encontramos en un momento como ningún otro en la historia de nuestra profesión. Momento donde no  solo nos encontramos con grandes y profundas transformaciones en el ejercicio profesional, derivadas del desarrollo  de las tres grandes Leyes promulgadas en el año 2003*, sino que todas las profundas transformaciones que se derivan del proceso de convergencia en el Espacio Europeo de Educación Superior, que se inicia formalmente con la Declaración de La Sorbona (25 de mayo de 1998) y toma carta de naturaleza con la Declaración de Bolonia (19 de junio de 1999), van a suponer la más profunda, definitiva y radical transformación de la profesión enfermera en toda su historia, al consolidar los parámetros indispensable para constituirse en una disciplina, al mismo nivel, rango y oportunidades que el resto de las disciplinas de la comunidad científica.

Es en este punto en el que creemos de justicia  formular un testimonio de reconocimiento y gratitud a todos esos enfermeros y enfermeras que desde los más diversos ámbitos de la praxis profesional (asistencial, docente, investigadora, de gestión o de representación) han sido los artífices de haber hecho posible lo que hace tan solo muy pocos años podíamos considerar como  una utopía, como un sueño casi irrealizable.

Pero tal vez el mejor homenaje que podríamos realizar al trabajo y esfuerzo de tantos y tan buenos profesionales, es  no caer en el error de la autocomplacencia y pensar que con estos logros alcanzados, ya se culminan las máximas aspiraciones que podríamos mantener como colectivo profesional y como disciplina científica.

En este sentido debemos hacernos eco del llamamiento que en días pasado realizaba el Presidente de la Organización Colegial de Enfermería, D. Máximo González Jurado, a los profesionales de enfermería de toda España, animándonos a realizar un doctorado como la mejor forma de garantizar, en el futuro, la presencia de la profesión en la docencia universitaria. Un llamamiento que es preciso considerarlo en toda una importantísima dimensión ya que, tanto las plazas de profesores titulares de universidad que vayan quedando libres en las escuelas universitarias de enfermería como las plazas de nueva creación, podrían ser ocupadas por titulados en otras disciplinas que dispongan del doctorado y, una vez más, las riendas del conocimiento y preparación  enfermero seguiría en manos de profesionales que no tienen una génesis de conocimientos basados en el campo de la enfermería.

Junto con el marco de desarrollo de la formación de pre-grado, el desarrollo profesional de post-grado también se nos vislumbra con muchos e importantes retos para los que será preciso mantener una constante y permanente actitud de vigilancia, de participación y desarrollo. Es preciso consolidar los ámbitos de actuación propios, para alcanzar el reconocimiento, no solo moral, sino jurídico, que como profesionales nos asiste de alcanzar grados de autonomía que vayan superando la tradicional consideración subordinada de la profesión. El desarrollo profesional y la consecución de los estándares de calidad necesarios para acreditar las competencias profesionales. La consolidación de la especialización en el ámbito de los cuidados. Y, entre otras muchas necesidades, el fomento de una investigación enfermera de alta calidad y sin complejos, de la que ya se vislumbran importantes logros.

Todo esto conforma un horizonte de futuro en el cual  la desidia, la indolencia, la apatía y la cortedad de visiones, no tendrían cabida dado que solo tendrían como consecuencia la pérdida de muchos de los logros alcanzados, y una traición inmerecida para quienes los han hecho posible.

Ningún análisis histórico que se formule de la enfermería española podrá concluir sin el reconocimiento de que nada de lo alcanzado en su devenir histórico fue fruto de la fortuna, del azar, o de cualquier otra circunstancia que no hayan sido la de los valores que hemos referenciado en sus profesionales.

Desde el punto de encuentro que supone esta publicación mantenemos abierto todos los ámbitos para el  debate que generan estas nuevas situaciones y perspectivas. La SEEUE como Asociación plenamente comprometida e identificada con la profesión enfermera, considera que solo con el compromiso que genera el conocimiento y la implicación responsable, es como podemos contribuir a que el futuro de esta profesión discurra con la luz de futuro que varias generaciones de enfermeras y enfermeros han contribuido a generar con sus esfuerzos, su lucha y su entrega, en situaciones, a veces muy  difíciles cuando no, en ocasiones, de franca hostilidad e incomprensibles posicionamientos,  por parte de quienes debieran ser aliados en el empeño de conseguir una Enfermería de la mejor calidad científica, profesional y humana, para la atención y los cuidados a los persona; sagrada labor que las profesiones sanitarias deben tener como su norte más significativo.

En esta posición, reafirmamos nuestro compromiso de mantener en alto la llama del ímpetu por alcanzar estos altos fines, que estamos plenamente seguros lograremos, con la ayuda de todos los buenos enfermeros y enfermeras de España.


*LEY DE  COHESIÓN Y CALIDAD DEL SISTEMA NACIONAL DE  SALUD .(Ley 16/03 de 28 de Mayo).  
LEY DE  ORDENACIÓN DE LAS PROFESIONES SANITARIAS (Ley 44/03, de 21 de Noviembre)..  
LEY DEL ESTATUTO MARCO DEL PROFESIONAL ESTATUTARIO DE LOS SERVICIOS DE  SALUD.    ( Ley  55/03, de 16 de Diciembre).

DIRECCIÓN

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COMITÉ DE REDACCIÓN

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Mª Dolores Sánchez Coello.

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César Rico Beltrán.

Antonio Correa Ruiz.

Carmen Vila Gimeno.

Josep Ventura Espona Ferrer.

Mª Elena Castejón de la Encina.

Inmaculada Dorado Siles.

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ISSN: 1579-5527

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