SEGUNDA ÉPOCA
Nº 7 Mayo - Junio de 2009  

Editorial

EPPUR SI MOUVE”

"Todas las verdades son fáciles de entender, una vez descubiertas. El caso es descubrirlas" (Galileo).

Según la conocida leyenda, cuando Galileo Galilei, después de verse obligado a abjurar de su teoría heliocéntrica, ante el tribunal de la Santa Inquisición que le juzgaba el 22 de junio de 1633 en la Iglesia del Convento Dominicano de Santa María sopra Minerva en Roma, pronunció la conocida frase: “eppur si mouve” (y sin embargo se mueve), no solamente estaba reafirmando un axioma que ha llegado a convertirse, para la jurisprudencia, en algo incontrovertible: que un hecho verídico lo es, aunque haya quien pretenda negarle verosimilitud o relevancia; sino que, además, este pensamiento ilustra de manera ejemplar la importancia que tiene la firmeza de mantener los propias convicciones y opiniones, a pesar de las amenazas de los poderes.

Poco importa que como parece ser ésta sea una frase apócrifa, ya que apócrifa o no, se ajusta perfectamente al perfil de una persona como Galileo, de mentalidad preclara y considerado como uno de los más eminentes personajes del Renacimiento, educado por un padre -Vicenzo Galilei- que mantenía ya en el siglo XVII pensamientos tan “visionarios” como éste: “Me parece que aquellos que sólo se basan en argumentos de autoridad para mantener sus afirmaciones, sin buscar razones que las apoyen, actúan en forma absurda. Desearía poder cuestionar libremente y responder libremente sin adulaciones. Así se comporta aquel que persigue la verdad”.

Viene todo esto a colación del intenso debate abierto en el entorno sanitario de nuestro país sobre la prescripción enfermera y las posturas que a favor y en contra de la misma, se vienen manteniendo por los sectores profesionales implicados, y por aquellos otros que a través de intereses encubiertos, pretenden perdure la “teoría geocéntrica de la sanidad” en virtud de la cual existe una profesión que ocupan un lugar central, alrededor de la cual giran todas las demás profesiones, a las cuales se les niega su capacidad para poder tener sus propios movimientos, como elementos independientes del universo sanitario.

Estas reacciones, entre airadas y apocalípticas, han llegado a límites tan desproporcionados como promover movilizaciones, no ya de profesionales, sino de los propios estudiantes de medicina en virtud de planteamientos tales como calificar la prescripción enfermera en los términos de: "fraude para la profesión médica”, “peligro para la asistencia sanitaria", “legalización del intrusismo”, “insulto a la inteligencia”, “incremento del gasto sanitario”, o que “los enfermeros juguemos a los médicos con el dinero del contribuyente”.

Todo este cúmulo de despropósitos solo puede entenderse desde la defensa a ultranza de posiciones inmovilistas y corporativas de viejo cuño, para los que aún se empeñan en mantener que no hay vida inteligente fuera de la medicina.

Resulta chocante que a estas alturas de la Historia de la Humanidad, 376 años después de la escena de Santa María sopra Minerva, aún existan arraigados en muchos planteamientos humanos actitudes que pretenden negar las evidencias que el conocimiento y la ciencia ya han convertido en incontrovertibles. Si el Renacimiento era un hervidero de ideas que obligaban a replantearse la visión global del mundo y de la realidad social; nuestra moderna sociedad, testigo impávido de una de las grandes revoluciones de la Historia: la de las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, precisa también replantearse mucho de los esquemas que hasta ahora nos han podido parecer inamovibles y que ya se han revelado como superados y claramente obsoletos.

Como chocante resulta que una vez más estos planteamientos sean formulados por instituciones que, en cierta forma, se arrogan el derecho de decidir sobre algunos de los grandes valores de los seres humanos; la Iglesia, como única “defensora de la fe”, en el caso de Galileo, y los sectores más inmovilistas de la profesión médica, como únicos “defensores de la salud”, en el caso de la prescripción enfermera. Tanto en uno como en otro caso, no resulta necesario reflexionar sobre lo errático de estos pensamientos, porque el inexorable juez que constituye el tiempo ya ha dejado sobradas experiencias que demuestran que no se puede seguir cayendo en la incuria de seguir negando la evidencia, la razón y el sentir de los tiempos.

Cuando hace más de una década, se instauraron las primeras consultas de enfermería, se generó una polémica similar por parte de estos mismos sectores que ahora se oponen a la prescripción enfermera, los cuales criticaron duramente y pusieron en duda la capacidad de la enfermería para otorgar cuidados y prestar asistencia de forma autónoma. Hoy, que vemos con naturalidad su existencia y sus resultados, esto ha venido a confirmar, una vez más, que las mejoras conseguidas en el sistema sanitario español, solo han podido generarse merced al respeto, al dialogo, a la razón, a la comprensión y al sentir de que la cooperación y coordinación entre profesiones es el único camino válido para avanzar hacia un sistema sanitario más eficiente, donde cada profesional pueda ocupar el lugar en el que mejor satisfaga las necesidades demandadas por los usuarios.

No creemos que estén los tiempos para estas visiones apocalípticas y catastrofistas sobre los grandes males que pueden ocurrir a la sociedad si los enfermeros y enfermeras realizan acciones que “de facto” vienen realizando de forma habitual y sistemática.

Ni nos puede parecer honesto que se oculte a este debate elementos tan significativos, como es el hecho de que lo que se viene a autorizar es algo habitual en la praxis sanitaria del día a día asistencial, no solo en nuestro país, sino en otros países como son: Irlanda, Holanda, Suecia, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica, México, Brasil o Australia, etc. sin que haya ocurrido ninguna catástrofe como las que al parecer se auguran para el sistema sanitario español.

Resulta lamentable que cuando la enfermería española lleva años siendo un referente europeo, tanto por su formación como por su capacidad para actuar, y prepara ya a sus futuros profesionales en los niveles de alta cualificación que establece el Tratado de Bolonia; haya quienes pretendan cuestionar su independencia a la hora de planificar su labor asistencial, pongan en duda su capacidad para “saber hacer las cosas que hace” y desearían que la práctica sanitaria retrocediese hacia épocas pretéritas, felizmente superadas, de sumisión y sometimiento de unos profesionales a otros, en lugar del establecimiento de una interrelaciones basadas en la consideración de un trabajo en equipos interdisciplinares y multidisciplinares en el que cada profesional posea su propio campo de acción y se sienta coparticipe y responsable del campo de acción que ha de compartir con los demás.

Es preciso, pues, superar la triste visión de quienes siguen manteniendo posturas de corte medievalistas y que por esta visión feudal, se sitúan en las antípodas del rumbo hacia el cual se dirige nuestra sociedad, una sociedad abierta, plural, generosa, sin miedos a los profetas del catastrofismo entre los cuales, en modo alguno incluimos a toda la profesión médica y sí, solamente, a aquellos sectores de la misma a los que estas visiones les hace tributarios de tener que realizar, más pronto que tarde, una verdadera y efectiva transición hacia la democracia sanitaria.

La Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias (SEEUE), en coherencia con su sentir de afrontar con posicionamientos claros todos los temas que afectan a los profesionales dentro de su ámbito de competencias, ha venido desarrollando un amplio capitulo de actuaciones en este campo y, de esta forma, ya desde su XIX Congreso Nacional, celebrado el año 2007 en Sevilla, viene incluyendo de manera insistente entre sus principales líneas de acción el tema de la prescripción enfermera y ha realizado posicionamiento claros y determinantes como las Recomendaciones Profesionales sobre la prescripción enfermera, formuladas recientemente y ajustadas a una situación que esperamos tenga una pronta y determinante resolución tras la proposición de Ley presentada por el Grupo Socialista del Congreso de los Diputados, para modificar la actual Ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.

Si la postura de Galileo representa la solidez y, por qué no decirlo también, “la tozudez” de lo que hoy en día denominaríamos como “evidencia científica” frente a las posturas inmovilistas de quienes pretenden tener el control absoluto de los grandes valores, consideramos que este debe ser el camino a seguir en nuestros planteamientos sobre la prescripción enfermera hoy, y mañana, sobre todas aquellas cosas que la evolución social demande, porque a pesar de que aún pueda existir quienes pretendan detener el progreso de la razón...la razón:“eppur si mouve”.


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