SEGUNDA ÉPOCA
Nº 4 Enero y Febrero de 2009

Editorial

Una de las mayores riquezas que atesora la profesión enfermera y que se ha mantenido en vigente permanencia a lo largo de su historia, es la de su bagaje de experiencias prácticas, fruto del pragmatismo y de la cercanía a la realidad que las necesidades de los seres humanos les ha ido demandando a sus profesionales.

Para quienes, desde las atalayas de la gestión del conocimiento, vislumbramos para los tiempos venideros un desarrollo esperanzador para esta profesión fruto, entre otras razones, del tensón y el esfuerzo creativo de cientos de enfermeros y enfermeras que, tanto desde el anonimato de su actuaciones cotidianas; como desde las múltiples áreas de gestión, académicas, asociativas o colegiales de la profesión; han mantenido la determinada convicción de un futuro en consonancia con el sentir del resto de las ciencias humanas y de la comunidad científica. No podemos olvidar que a pesar de la importancia que tendrá en el futuro este desarrollo que ya hoy en día se nos manifiesta como una realidad esperanzadora, no debemos dejar de valorar y poner de manifiesto la importancia meritoria de aportaciones que la experiencia cotidiana del día a día establece, en ese diálogo “cuerpo a cuerpo” que se formula en la práctica asistencial, entre dos seres humanos que signan un diálogo emocional de un alto valor conceptual y simbólico: un enfermero o una enfermera, y un ser humano necesitado de ayuda, de cualquier forma o manera en la que ésta se evidencia, intuya o demande.

Es este compromiso ético el que nos debe llevar a no dejar de orientar en el escenario de nuestras acciones destinadas a compartir el conocimiento enfermero, un “haz de luz” hacia las experiencias que nuestros profesionales nos aportan, sobre acciones que realizan en su práctica profesional cotidiana y que no por su sencillez o particularidad dejan de tener importancia, o debemos relegar a un segundo plano, dado que en un mundo tan compacto e interconexionado como el que nos corresponde vivir, estas experiencias, compartidas, son un manantial enriquecedor de posibilidades que, gracias a las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones pueden llegar a suponer posibilidades de crecimiento, ayuda y avances, hasta límites difíciles de poder cuantificar o valorar.

Vivimos una época sin parangón alguno a lo largo de la Historia, en la cual, y en el devenir de tan solo unas cuantas décadas muchas de las concepciones que nos podía parecer más consolidadas e inamovibles, han quedado superadas por unos avances que, desde los campos de las ciencias y las tecnologías están incidiendo de manera muy notable sobre la propia organización social, transformando paradigmas y estableciendo escenarios para los cuales no siempre nos encontramos adecuadamente preparados y que para grandes masas de la población, superan las propias capacidades de comprensión sobre lo que éstos suponen para el futuro de nuestro planeta.

Uno de estos paradigmas que se han reformulado y que consideramos de una gran significación, es aquel que nos señalan cómo se debe reorientar las intenciones de la sociedad, de la búsqueda de una «sociedad de la información», a la búsqueda de una «sociedad del conocimiento», entendiendo que la sociedad del conocimiento es «una sociedad que se nutre de sus diversidades y capacidades» (UNESCO, 2005, p: 17) y, por ello, precisada del aporte enriquecedor que supone la transformación que sus miembros realizan desde la experiencia y la práctica cotidiana en cualquiera de los escenarios en donde se desenvuelvan sus experiencias vitales.

Es por ello que la enfermería española, en este nuevo amanecer que aflora tras su largo, y a veces, tortuoso camino, debe nutrirse de la diversidad de las capacidades que sus profesionales manifiestan y afrontan en los múltiples escenarios en los que desarrollan su sentir como profesión.

Estamos firmemente convencidos de que, tanto la labor académica, como la labor científica de la enfermería, no podría desarrollarse con plenas garantías en los nuevos escenarios profesionales que se les ofrece, sin la importante labor que la experiencia cotidiana, generadora de un conocimiento pragmático, les puede ofrecer y que engarzado con los diferentes aspectos de la transferencia de la información, de la generación de conocimientos y la creatividad de la investigación, debe producir las futuras innovaciones en los diferentes ámbitos que la sociedad los necesite

En este número, con el que inauguramos un nuevo año en el cual a la enfermería española se le ofrecen importantísimos horizontes profesionales a alcanzar, tanto desde el desarrollo y la aplicación de los postulados derivados del Tratado de Bolonia, como para el progresivo reconocimiento a nivel nacional, de actuaciones que los enfermeros y enfermeras realizan en su labor cotidiana y que hasta ahora vienen suponiendo una fuente importante de incomprensibles vacíos legales, como acontece en el caso de la prescripción enfermera; nosotros quisiéramos brindar desde este espacio de encuentros que supone nuestra Ciber Revista, todo el apoyo y aliento que supone el reconocer esa labor cotidiana de los profesionales de enfermería y hacerlo dándole acogida a algunas de estas experiencias prácticas de nuestros/as profesionales, experiencias que nos enriquecen por cuanto nos acercan la realidad de un trabajo que merece nuestro mayor respeto y que por desgracia, en muchas ocasiones, no siempre encuentra el eco necesario a su importancia y meritorios esfuerzos.

Y todo ello lo hacemos desde la esperanza de que el devenir de este 2009 que acabamos de iniciar depare, tanto a la enfermería española en general, como a la enfermería de Urgencias y Emergencias en particular, los mayores logros de progreso y mejora.

UNESCO, 2005, Hacia las sociedades del conocimiento. Informe Mundial de la UNESCO. Ediciones UNESCO. http://www.unesco.org/publications.

 

 


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