Sociedad Española de Enfermería de Urgencias y Emergencias

 Número 15

Septiembre 2003  

 

Sociedad Española Enfermería

Urgencias y Emergencias

 

 

 

Editorial

 

     Hemos superado, la gran mayoría, un verano más...

     La vuelta a nuestra actividad se verá "velada" por esos recuerdos de tarde de Agosto al calor de una playa todavía con las sardinas, acedías y boquerones navegando por nuestros intestinos en mitad de una atmósfera aún de sal y limón...

     Todo ésto, bajo la sensación de parecernos poco el tiempo disfrutado (para lo merecido que lo teníamos), se empezará pronto a confundir con el olor a alcanfor de los armarios cerrados y el deambular de ropa de entretiempo... (¿Qué me pongo para esa boda, si no se si lloverá o a la noche, en mitad ya del calenturón del novio y el pavor de la desposada y una vez relajados de responsos y misas, refrescará en exceso?)...

     Fuera de anécdotas, el verano 2003 ha sido, para la SEEUE, un periodo de afianzamiento y "cónclave". El encuentro en la Rábida nos ha supuesto una renovación de fuerza, ganas y justificación a lo que en la soledad de nuestras casas el invierno nos dictaba confuso, arrebatándonos el bronceado conseguido en las vacaciones anteriores.

     A la Rábida fuimos como descubridores en busca de ese empujón e incentivo que nos permitiese aventurarnos en empresas mayores que las hasta ahora emprendidas.

     Nuestra apuesta por la metodología enfermera, por el respeto a una actividad bajo los principios éticos, por la continua referenciación y justificación de nuestra Especialidad y Licenciatura y por la sintonía que asumimos desprender a través de la empatía que debemos desbordar siempre con los usuarios de nuestros servicios, nos ha hecho conseguir, espero, una línea que no hemos de abandonar y por ello yo apuesto.

     Nuestros confidentes fueron los alumnos que quisieron estar con nosotros y a los que estamos muy agradecidos, por su condescendencia y apoyo, por haberse erigido en la tripulación que necesitamos y a los que intentamos legar nuestras cartas de navegación, herederos todos en su edad  e incondicionalidad de nuestros más grandes y preciados tesoros, anhelados, trabajados, perseguidos y codiciados en la soledad del invierno y en mitad de otros mares agitados que encontraron su reposo en ese trocito del Atlántico de Huelva, fin de tierra y comienzo de aventura... a todos gracias, por ser los brumetes.

     Pirata de todo me siento aún queriendo desesperadamente conservar ese olor romántico que me regaló esta travesía tanto tiempo soñada. Sueño de un año y baño extraño de sueños que ahora aquí en mi particular destierro elegido sin azar ensueño y rememoro hasta que nuestro próximo encuentro en Noviembre en Madrid, aporte una nueva inyección para toda nuestra particular travesía hacia la isla que ansiamos abanderar de tibia y calavera: 

     ¡Larga vida, bucaneros!.

Antonio J. Valenzuela.
Enfermer@.


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